domingo, 11 de julio de 2010

PRÁCTICA HOSPITALARIA (Pedro Quinchel Torres)

En mi caso, fui destinado a la sección "Especialidad" ubicado en Primero E. Sinceramente, sin conocer mucho los demás sectores, agradezco mucho la oportunidad que me han dado de ser elegido para especialidad. Y lo digo puesto que viví experiencias tan gratificante y a la vez viví de situaciones nostálgicas pero en fin, así es la vida, y esta es la historia un poco de como se dieron las cosas....

Día 1
Primer día de jornada hospitalaria, y debíamos todos presentarnos de manera formal para ingresar al hospital, en un principio, algo entonados, nos sacamos muchas fotos con nuestros compañeros (claro, nunca tuvimos esa oportunidad de vestir todos bien).
Luego nos dirigimos en manada hacia el tercer piso, donde quizás esperamos un poco más de lo normal a la llegada de las enfermeras que nos derivarían a nuestras respectivas secciones. Entramos a un cuarto muy pequeño y, a juicio sano, quizás debimos obviar esa parte, porque lo único que hicimos fue escuchar a una enfermera que nos estaba contando por segunda vez la historia de las "enfermeras" en el hospital clínico de la universidad. Pudimos bien optimizar mucho mejor el tiempo, si nos hubiesen derivado de inmediato a cada área.
Fuera de todo eso, y luego de finalizar, fuimos escogidos los grupos y fuimos derivados cada uno a nuestras secciones (en nuestra mala fortuna, fuimos los últimos en ser despachados), para conocer a nuestra enfermera tutora del área quien, mostró mucha simpatía las veces que estuvimos con ella. Nos explicó cual es la labor que cumplen todos ahí en especialidad, y nos enseño nociones básicas que debíamos respetar, como por ejemplo, el trabajar en conjunto con pacientes ERV (enterococo resistente a vancomicina), la higiene impecable que debíamos tener, el correcto lavado de manos antes de todo, etc.
Fue ahí donde conocimos a los 5 pacientes que se encontraban en ese momento rehabilitándose en el área, nos contaron sus situaciones actuales y el motivo por el cual se encontraban ahí. Ahí fue donde conocí a Javier (persona con la que más me identifico) puesto que fue con el con quien compartí mucho más tiempo que los demás. Javier tuvo un accidente en auto que lo dejó polifracturado, su rehabilitación es muy lenta pero el siempre fue una persona mesurada, paciente, predispuesta a colaborar en todo lo que se le pedía, en fin, un paciente que muchas enfermeras gustarían tener.
Ese día acompañé a Javier a gimnasio y lo ayude a la realización de muchos ejercicios en pro de su rehabilitación de su pierna derecha (de mayor cuidado). La práctica tenia por hora finalizar a las 12:30 pm pero me sentía tan a gusto colaborando que el reloj dictaba las 13:45 y yo seguía en el gimnasio a gusto con el trabajo. Por razones de posteriores clases, abandoné el hospital, con una experiencia nueva y grata en mi ser, ansioso por volver en la semana próxima.


Dia 2
Segundo jueves y asistí con mis 3 compañeros nuevamente al hospital, ya directamente a nuestra área de especialidad (tuvimos mucho más tiempo), donde todo comenzaba denuevo.
Esta vez, tuve la oportunidad de compartir con "Kona" (Constanza, prima de una compañera), que había sufrido de convulsiones del tipo epilépticas, de gestor desconocido (desconocidas hasta hoy, que ya esta dada de alta), y que habría comprometido SNC. Eso si, fue muy poco lo que alcancé a compartir con ella puesto que ella necesitaba un tipo de rehabilitación un poco diferente de los demás pacientes. Pero mi incentivo hacia ella creo que nunca estuvo ausente y por más que quizás no se haya acordado de quien era yo (había compartido un par de veces antes con ella), sentía que iba por un muy buen camino y solo deseaba que se rehabilitara pronto para que regresara donde su familia, que doy fe, que lucharon hasta lo imposible por tenerla de vuelta.

Luego de abandonar la sección de terapia ocupacional con la Kona, me mandaron nuevamente a acompañar a Javier a gimnasio. Javier se veía mejor que la semana anterior, con clara evolución en sus habilidades cognitivas, y leve mejoría en su extremidad derecha. Lo que sigue del día fue muy parecido al de la semana anterior, y también abandoné pasado la hora de termino mi práctica hospitalaria, fin por ese día.


Día 3
Amanecía el día, con mucho sueño, partí un poco atrasado al hospital, pero llegué de todas formas. Esta vez me tocó nuevamente trabajar con Javier, pero en terapia ocupacional. Javier se veía muy bien, aunque aún con problemas motrices debido a las múltiples fracturas que presentaba (cada vez le iban descubriendo una nueva fractura), pero definitivamente su capacidad de recepción y sus capacidades cognitivas presentaban una impresionante mejoría.
La Kona tuvo un mal día, despertó molesta, sin ganas de trabajar, y poco animada, aunque siempre encontró el aliento de su padre que, cada vez que tuve práctica, lo vi presente siempre con ella.
Mientras salia de terapia ocupacional, recibí la orden de acompañar a una paciente nueva, Almendra, a que le realizaran una audiometría, producto de una caída que tuvo ella de 10 metros produciéndole un TEC cerrado y compromiso auditivo derecho. Definitivamente, una de las personas más animadas con las que me tocó compartir en toda la práctica hospitalaria, tuve la oportunidad de conversar largamente con ella mientras esperábamos por su audiometría. Me contaba su vida por Francia, su paso por Chile, y los vagos recuerdos de su accidente. Sentía un susto muy grande por perder la audición en su oído derecho, puesto que uno de sus artes favoritos es el canto y la guitarra su acompañante.
Al momento del examen, me acompaño una compañera-amiga quien se encontraba deseosa por aprender algo más de otorrinolaringología (su futura mención), y tuve la oportunidad de compartir con el tecnólogo que realizaba todo este tipo de exámenes. En un principio los resultados fueron los esperados, y un cierto aliviadores, puesto que el problema que tenia Almendra, a priori, era de posible solución. Causó un cierto grado de alivio en ella y partimos de vuelta a su habitación. Fin de mis labores por ese día.

Día 4 (final)
El último día estuvo marcado por buenas y malas noticias. Como siempre, bajamos con mis compañeros a terapia, donde nos encontramos con la Kona y con una sorprendente evolución que dejó perplejos a muchos (más tarde me enteraría que ese mismo día, sería dada de alta). Me aislé a trabajar un momento con Javier (cada vez mucho mejor), y luego salí de terapia a recibir nuevas órdenes.
No todo ese día iba a ser positivo, en el pasillo que conecta a las habitaciones, topé con Almendra, a quien acompañé a terapia y, por su evidente cara de nostalgia, no pude evitar preguntarle que le había pasado. Me contó que la intervinieron de su oído derecho, pero las cosas habían salido mal, detectaron daños severos en su oído y prácticamente no pudieron hacer nada para solucionar su problema. De hecho, presentaba sordera total de su oído derecho y eso la tenia muy decaída física y mentalmente. Me contó que al finalizar la semana, viajaría a Francia como última opción de poder recuperar parte de la audición en su oído pero se veía todo muy difícil pues las diferencias de presión que se viven en el avión afectarían mucho el traslado de ella. Todo lo que pude hacer fue explicarle a sabias palabras que, frente a ese grave accidente que sufrió, lo más esperanzador era ver que Almendra se había aferrado a la vida y, que frente a los daños colaterales que sufrió, lo más importante era ver que cada día presentaba mejorías y que afuera tenia todo un mundo de personas que esperaban deseosas de verla nuevamente con esa íntegra sonrisa alegre que traía ella consigo.
Fue la última vez que la vi, luego tuve que abandonar tempranamente el hospital puesto que debía ir a realizar un tramite universitario que justo me topó con mi horario de práctica hospitalaria.
Quizás pude haber esperado un mejor final de práctica. Quizás pude haberme siquiera despedido de todos los que trabajaban arduamente en el servicio. Quizás pude vivenciar por última vez todo lo que había aprendido en tan poco tiempo de la vida, pero a final de cuentas....


En conclusión sostengo que, dentro de todas los desafíos grandes que he vivido y que viviré, por el momento me quedo con la mejor experiencia que me ha tocado vivir en toda mi vida. Es impagable todo lo que uno logra vivir en tan poco tiempo dentro de un hospital, es muy gratificante ver, semana a semana, como los pacientes van evolucionando y van recuperándose frente a cualquier accidente. Encuentro imprescindible para cualquier profesional de la salud, pasar por una etapa como ésta, donde realmente logramos ver que nuestra vocación, la cual a muchos nos llena, representa un punto clave de lo que dentro de un par de años, tendremos que afrontar.
Alegrías y tristezas son parte del día a día en un hospital, en donde somos nosotros los que debemos saber enfrentar con la mayor responsabilidad posible, tales desafíos.
La vida en un hospital, es mucho más diferente de la que tenia en mente, creo que pude dar un paso clave y prepararme, anticipadamente, a todo lo que me queda por vivir, sea el tiempo que me quede de estudios en la universidad, como el resto de mis años ejerciendo como profesional de la salud.

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